Los tatuajes son mensajes que se plasman en la piel, son
huellas que se marcan a conciencia, dejando grabado lo que queremos perpetuar.
¿De dónde datan los tatuajes? Datan desde la época antigua; se
desconoce su fecha exacta, pero aproximadamente hace más de dos mil años antes
de Cristo-siendo así-podemos decir que nos tatuamos en un rango de cinco mil
años ¿Se imaginan? Hay gente que todavía se asombra porque alguien lo haga ¿Por
qué sucede eso? ¿La sociedad no evoluciona? ¿Antes era más aceptada que ahora?
¿Cuáles son las razones y los tiempos del tatuaje?
El tatuaje en la antigüedad tenía un significado más
trascendental-espiritual o tal vez esa era su percepción del evento, ya que hasta
podríamos decir que actualmente lo es de acuerdo a quien se lo coloque. Es
común pensar que al estar tan alejado de lo que hoy denominamos moda, se vea
como un ritual de transformación que les permitía distinguirse de algo o
alguien. Existe cierta analogía que suelen hacer al respecto, tal es el caso de
los animales que marcan para identificarlos de las reses ajenas. Viéndolo de
la forma anterior, el tatuaje vendría a ser una marca que nos hacemos para saber
que somos nuestro ¡Extraño caso! Digno de estudio.
En la sociedad actual podemos decir que todavía
restringe en el desempeño laboral, sobre todo en empleos donde predomina la
atención al público. Muchos padres niegan rotundamente a sus hijos el realizárselo
porque temen que sean excluidos del sistema, alegan que no van a ser bien
vistos y que es una flagelación corporal, aunque existen extremos de los cuales
sería nadar en aguas profundas el señalarlos.
El tatuaje se puede clasificar por: la edad, momento de la
historia, objetivo-finalidad y cantidad. Cuando se menciona la edad es casi
condición sine qua non que ocurra en la adolescencia; etapa de rebeldía, de
buscar pertenencia grupal, de tomar una postura “adulta” (adopción de postura).
También se realiza en la madurez como muestra de que es posible tomar
decisiones a destiempo, de que se tiene la capacidad de modificar el cuerpo
sin la prohibición externa, muchos casos no tienen que ver directamente con que
se lo hayan negado y ni siquiera con que lo haya querido antes, son procesos
que se presentan en períodos diferentes. También se menciona el momento de la
historia, ya que no es igual un tatuaje cuando no existían los aparatos
sofisticados de hoy que en la antigüedad, antes podía ser tomado como una
especie de masoquismo, de daño por algún sentimiento de culpa, de demostración
de fuerza y coraje entre otros que indiquen que el dolor es parte de ese
proceso. En pleno siglo XXI cuando el dolor es casi imperceptible por el
moderno artefacto que lo realiza aunado a las elevadas condiciones de sanidad,
con lo menos que puede asociarse es con la sensación de “pégame para saber que
siento”.
En cuanto a objetivo o finalidad se encuentra lo que se
dibuja, si tiene un significado muy especial para quien se lo coloca y va estrechamente
ligado con él o con sus afectos, si es un recordatorio para no decaer en algo
ya superado, si indica un momento de su vida donde experimenta una
transformación o hasta pudo haber sido una promesa en un instante de locura (de
esas difíciles de zafarse)
Si se lo coloca en un lugar visible a todos o por el
contrario queda solo para ser visto para si y su pareja en un momento íntimo.
Los tatuajes que se muestran suelen significar expresión sin temores y una
fuerte carga de exhibicionismo; los ocultos y/o a espaldas muestran reserva,
cierta timidez, poca búsqueda de aprobación o desaprobación de acuerdo al caso.
Con relación a la cantidad de tatuajes, mucho se dice, que al hacerse el
primero queda una especie de vicio por ellos, que siempre se va en búsqueda de
más, tal vez tenga que ver con la sensación de lograr aquello que transgredió
lo único que considera suyo…su cuerpo.
“La mente y el cuerpo se asocian para colocar cicatrices de
dolores desconocidos”
Petry Rodríguez.
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