miércoles, septiembre 05, 2012

EN LA CARNE DEL INFIEL


Comienzo por decir, que ser infiel no me determina, considero que son simples títulos casi nobiliarios que nos coloca la gente, y que asumimos por darle un soporte social. 

Muchas veces me he cuestionado si soy una construcción de la sociedad o simplemente mis instintos me llevaron al lugar donde me encuentro, un mundo común con realidades ajenas.

En una de mis aventuras, una chica me gritó que yo era un asco de persona, no supe que decir, tal vez ella llegó a conocerme mejor que yo mismo. Cuando entro en retrospectiva, puedo notar que ni sus palabras en busca de herirme, me hacen recordar su nombre, no existe nada más allá de un cabello que se enredó varias veces, entre las  almohadas de algún hotel.

Tuve relaciones trascendentales-claro que si-por ejemplo aquella mujer que me invitó a su casa y me obligó a saltar la cerca porque estaba por llegar su esposo el policía ¿dónde está lo trascendental? Que ese mismo policía fue quien me detuvo durante dos días en una delegación-por no tener carnet de circulación-y eso que ni siquiera vio mi carro, después de ese evento me  tuve que mudar de zona para no engrosar la lista de víctimas por unos cachos, que lo mas seguro fue que le agregó chispa a su relación. 

Yo no encuentro el pecado en probar cuerpos fogosos, el de mi esposa ya no me quema con la misma intensidad-creo que el mío tampoco a ella-pero seguimos ahí, en nuestra casa y con nuestros muebles, no hemos comprado otros, creo que existe temor a que nos peleemos por ellos, siendo nuevos.

Cuando ya se tienen ciertos años juntos, ya no se teme perder el amor, sino la estabilidad económica y social, nos ha costado mucho ponernos de acuerdo, nuestras decisiones parecen una especie de suerte prestada.

Hay gente imprudente que me pregunta el hecho de haberme casado, como si yo le preguntara por qué no lo han hecho. Cada quien asume una postura en la vida y yo decidí-a veces dudo que fui yo-que tendría una mujer a la cual reconocerle el rostro cada mañana, porque eso si no hago, yo puedo estar con otras mujeres pero duermo en mi casa, en la cama junto a mi esposa; sería muy descortés de mi parte, que ella abriera sus ojos y no me encontrara a su lado, soy yo quien la defiende de las noches inseguras y es ella quien me ayuda a poner los pies en el suelo cada amanecer, además de ser la que me despierta para ir al trabajo, me hace el desayuno y me arregla la ropa que me pondré ese día.

Ella es mi amiga, la persona a la que le cuento como estuvo mi jornada laboral con lujo de detalles ¡claro está! solo me quedo con el secreto de mis escapadas, al final eso no la haría feliz y para mi eso es lo más importante.

Hace meses tuve una relación de esas que creen tener oportunidad de enlazarme o entrar un poco más allá de la carne, me regalaba libros con dedicatorias que tenía que hacer desaparecer, era de esa especie de personas creyentes de cambiar el mundo con solo tener conocimientos. Me sentía abrumado con sus preguntas, ahí supe porqué seguía casado con aquella mujer que escogí, ella con solo mirarme sabía todo de mí y en lo único que era exigente, es en que no faltara nada material en casa, como no quererla…como no amarla.

“Son historias que comienzan en cabezas ajenas y terminan en mundos que se nos parecen” 


Petry Rodríguez.

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