Hay una historia que se utiliza en psicoterapia sistémica-en el vínculo de pareja lo cual se denomina "La Casa de Alicia"; donde emula a una mujer "Alicia" que crece tanto que la casa le va quedando pequeña, se le salen las manos por las ventanas, lo pies por la puerta, la cabeza por el techo, quedándole un vestido de concreto, la analogía anterior hace referencia al hecho de que un miembro de la pareja madura/crece y el otro deja de hacerlo por diversas circunstancias: falta de aspiraciones, apatía, sin iniciativa, sin conciencia de finitud, sin proyectos, sin metas, con la creencia de no merecer vivir mejor, sin confianza en sus potencialidades, etc., lo cierto es que si uno de los dos se despega de manera tal, que hay que verlo como si miráramos al cielo, existe la clara posibilidad de fractura conyugal.
¿En quien recae la responsabilidad? En ambas partes como todo lo que relacionado con parejas, pero la balanza se inclina hacía quien deja de hacer, a veces con excusas como "Él es más inteligente" "Ella tiene más tiempo" "Él tiene mayores probabilidades" y muchas otras que nos llevaría el escrito entero. Lo cierto es que ni siquiera con una condición especial, tales como enfermedades físicas o mentales leves, se debe dejar de crecer ¿A qué genero afecta más? Por circunstancias de la cultura, si el hombre es quien se queda atrás, tiene muchas más probabilidades de perder a la pareja, ya que la mujer suele ser decidida cuando no quiere estar al lado de alguien que considera inútil, el hombre mantiene el vínculo muchas veces por comodidad.
Lo ideal es no dejar de crecer, el que deja de hacerlo puede encajar en una postura "pedofílica"-por llamarlo de una manera-al estar con un ser que se quedó pequeño a sus ojos, que necesita de sus cuidados y atenciones, de quien no puede apoyarse nunca ya que no está en la capacidad económica, emocional, intelectual, etc.
"Seamos seres en crecimiento absoluto, que de morir hemos de hacerlo...grandes"
Petry Rodríguez.
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