Estamos a poco menos de dos meses de las elecciones
municipales en Venezuela; un suceso, que ya parece un show de Olga Tañon-cada
vez va menos gente por lo repetitivo-. Se podría pensar, que la cantidad de
votantes se empequeñece por hastío o por una especie de “Ya no soy un pendejo”,
no pueden jugar con las neuronas que haciendo sinapsis nos dan la información
que consideramos correcta, es como si tuviéramos que dudar de nuestra capacidad
individual para cederla a un colectivo, que no sabiendo lo que quiere, va en
búsqueda de ello.
La incongruencia, es la desconexión que existe entre lo que
pensamos, lo que decimos y lo que hacemos, tal vez no en ese orden y no todas
en el mismo momento, pero es una disonancia en donde el cerebro entra en
confusión, creándole una especie de distorsión que termina pasándonos más
factura que el seniat.
Aplicando el método deductivo y haciendo un poco de análisis,
se presenta el siguiente escenario “nuevas elecciones luego de seis meses de
unas que fueron consideradas fraudulentas” es muy descabellado pensar ¿En qué
momento se organizaron esas elecciones sin que tuvieran el debido freno
concienzudo? ¿Por qué hemos llegado al punto de hablar entre dientes? ¿Qué nos
ha pasado al señalar al ladrón con el dedo meñique? ¿En qué momento el miedo se
metió en nuestra casa y le pasamos llave con nosotros adentro? Todo esto y más
se analiza mientras una taza de té no se deja enfriar y unas ganas de montar en
el avión el miedo y lanzarlo en alta mar.
Petry Rodríguez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario