Hay un tópico que me apasiona mucho en el campo
psicológico, el miedo en el ser humano; la mayoría de mis cuasi-investigaciones
giran en torno a ese fenómeno, su causa y efecto me parecen con mucha tela que
cortar.
El miedo es una respuesta
emocional a una representación amenazante, real o imaginaria. El organismo no
sabe identificar esa diferenciación generada por la mente. En dicho proceso, de
forma fisiológica comienzan a ocurrir una serie de alteraciones, tales como: el
hígado segrega más azúcar para aumentar el aporte energético, las glándulas suprarrenales
destilan mayores cantidades de adrenalina, los músculos se tensan, la
respiración se acelera a fin de aumentar el aporte de oxígeno, el corazón
bombea más a prisa y la sangre se reparte de forma selectiva, todo esto ocurre
de forma inmediata y en la búsqueda de dos alternativas “huir o atacar” pero ¿Qué
pasa cuando el evento amenazante solo ocurre en nuestra mente? ¿De qué huimos o
a quien atacamos? Acaso toda la sudoración, los temblores, la garganta seca, y
las demás reacciones físicas producto de la alerta ¿Se quedan a la expectativa
sin procesar lo que ocurre realmente afuera? ¿Crees realmente que puedes
engañar a tu cuerpo por mucho tiempo? ¿Le vas a seguir emitiendo señales de
alerta cuando en realidad no existe nada que atente contra su supervivencia?
¿Alguna vez te has quedado
paralizado ante el miedo? Esta es la respuesta para la que menos está preparado
el cuerpo ¿Por qué ocurre esto? Porque tu cuerpo no se preparó realmente para lo
que percibió después, es la reacción menos favorable y por ende se produce un
bloqueo en donde no hubo congruencia o como decimos en psicología “disonancia
cognitiva” un choque del evento real con el imaginario.
Algunas personas (más de las que
se debería) le temen a hablar en público y el cuerpo interpreta ese miedo como
algo amenazante, dicho esto, aprende a generalizar cada vez en aumento,
convirtiendo a ese individuo en un huidor, todo eso ocurre cuando dicha persona
no trabaja dicha emoción para llevarla al campo de la realidad, ya que colocándolo
en perspectivas reales ¿Qué te puede pasar en un escenario? Lo máximo es que se
rían de ti y ya eso es ganancia, al menos le brindaste felicidad a otras
personas.
No se trata de minimizar los eventos
que nos evocan el miedo, se hace referencia a darle su justa medida-y la
verdad-que a menos que estés frente a un auditorio de tigres y leones o seas el
presidente de una nación, con una amenaza de muerte decretada y hayan dejado
entrar a tus verdugos, la realidad es que tu vida no corre peligro.
El miedo al miedo va relacionado
con todo lo anterior mencionado, en tu intención clara de huirle a esas
sensaciones, le vas otorgando un sitial de honor en tu vida, a un punto tal,
que evitas todo tipo de reacción que se le parezca.
Les voy a ejemplificar, por medio
de situación que me ocurrió hace algunos años, producto de haber ingerido una
sustancia estimulante en forma abrupta (estaba “apurada”) y salí al transporte
casi corriendo, cuando lo abordé, empecé a sentir que el corazón bombeaba a una
velocidad que solo lograba cuando corría, empecé a sudar, la garganta se secó y
veía todo perturbado a mi alrededor, creía que en algún momento iba a gritar
(estaba ante lo que podría denominarse un ataque de pánico) pregunté si alguien
tenía agua y la respuesta fue negativa, manifesté lo mal que me sentía y me
dejaron bajar en un peaje donde me dieron asistencia médica, a los minutos
logré recobrar la calma, me regresé a mi casa y en al menos los siguientes siete
viajes experimentaba secuelas de aquel evento, me obligué a realizar viajes más
lejos (de ocho horas) y a trabajar mis pensamientos al respecto, todo fluyó de
forma positiva, obviamente si hubiese ocurrido un apareamiento, es decir, algún
evento fortuito que confirmara mi teoría de que podría perder el control, todo
se hubiese ido abajo, pero no fue así. Mi relato es a propósito de cómo podemos
generalizar, discriminar y extinguir; todo va a depender de la forma como
asumamos las circunstancias.
Los miedos se enfrentan para ir restándole
una importancia que la mente les otorga, para eso se requiere mucho
autoconocimiento, autocontrol, autoconfianza como herramientas claves.
¿Te quieres desprender de miedos
innecesarios? Entrénate para la vida.
“Los miedos te pueden salvar la
vida o arrancártela poco a poco, tú decides”
Petry Rodríguez.
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